LIBRO DE SEGUNDA DE PEDRO


Segunda de Pedro Capítulo 2

Segunda de Pedro Capítulo 3

 
Autor : Pedro, el apóstol.

Fecha: Escrita probablemente entre los años 60-70 d.C.

Tema Central: Una advertencia acerca de los falsos maestros y burladores. Para contrarrestar la influencia de falsas doctrinas, se pone gran énfasis en la Palabra de Dios y la certeza del cumplimiento de las promesas divinas.

Texto Clave: 3:1
"Amados, esta es la segunda carta que os escribo. En ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento," 
La Segunda epístola de san Pedro (=2 P) fue escrita para fortalecer la fe y la esperanza de los creyentes, y para ponerlos sobre aviso contra la infiltración en la iglesia de doctrinas erróneas y actitudes destructivas.
El remitente, que se identifica como «Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo» (1.1), se declara testigo presencial de la transfiguración del Señor (1.16–18) y autor de una carta anterior a la presente (3.1), presumiblemente 1 Pedro.

Fecha y lugar de redacción
No se registra ningún nombre de ciudad de destino, ni se menciona persona alguna a la que fuera dirigida la carta. Por eso debe entenderse que lo fue a un conjunto de iglesias de la «diáspora» (véase Introducción a 1 Pedro), formadas probablemente por convertidos judíos y gentiles. Tradicionalmente se ha pensado que su redacción tuvo lugar entre los años 65 y 68, posiblemente en Roma.

Contenido y estructura
Esta epístola contiene frecuentes alusiones al AT, aunque no citas directas (2 P 2.5–7, cf. Gn 6.1–7.24 y 19.1–16, 24; 2 P 2.15–16, cf. Nm 22.4–35; 2 P 2.22, cf. Pr 26.11; 2 P 3.5, cf. Gn 1.6–8; 2 P 3.6, cf. Gn 7.11; 2 P 3.8, cf. Sal 90.4; 2 P 3.13, cf. Is 65.17 y 66.22).

Comienza el texto con un saludo (1.1–2) y una invitación a considerar las «preciosas y grandísimas promesas» que han sido hechas a los creyentes, para que lleguen «a ser participantes de la naturaleza divina» (1.4). Estas promesas de Dios, como «todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad» (1.3), han de ser correspondidas con la fe y la práctica de toda virtud. Así, leemos, se hará «firme vuestra vocación y elección», y «os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (1.10–11).

El autor exhorta a los creyentes sobre la base de «la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro» (1.19–21). Y desde el mismo fundamento denuncia severamente las enseñanzas y la conducta de los falsos profetas y falsos maestros que inducen a error al pueblo de Dios, y que dondequiera que vayan «introducirán encubiertamente herejías destructoras, y hasta negarán al Señor que los rescató» (2.1).

El capítulo 2, dedicado por entero a este tema de las desviaciones doctrinales, parece redactado según el modelo de la Epístola de san Judas, escrita en fecha anterior. Véanse a este respecto los siguientes textos, cuyo paralelismo es evidente: 2 P 2.1, cf. Jud 4; 2 P 2.4, cf. Jud 6; 2 P 2.6, cf Jud 7; 2 P 2.10, cf. Jud 8; 2 P 2.11, cf. Jud 9; 2 P 2.12, cf. Jud 10; 2 P 2.13, cf. Jud 12; 2 P 2.17, cf. Jud 12–13; 2 P 2.18, cf. Jud 16; 2 P 3.2, cf. Jud 17; 2 P 3.3, cf. Jud 18.
En el capítulo 3 se considera un asunto que fue causa de preocupación entre los cristianos de la época: lo que les parecía ser un retraso inexplicable de la segunda venida del Señor. Entre muchos que participaban de la esperanza en el inmediato regreso de Jesucristo, había comenzado a cundir el desánimo, pues veían pasar los años sin producirse el anhelado acontecimiento. Y crecía la impaciencia de los creyentes, que vivían su fe en Cristo en medio de una sociedad que los miraba con desprecio e indiferencia, cuando no con abierta hostilidad (3.3–4).
A fin de ayudar a las iglesias a vencer el desaliento y a recuperar la confianza, el autor recuerda a sus lectores que las medidas humanas del tiempo y de las cosas no son las mismas de Dios (3.8, 10, 13–14); y que Jesucristo, a quien y en quien la iglesia espera, es la clave definitiva del misterio de nuestra existencia y del plan de eterna salvación del ser humano (3.9, 15a).
Esquema del contenido:
Salutación (1.1–2)
Partícipes de la naturaleza divina (1.3–15)
Testigos presenciales de la gloria de Cristo (1.16–21)
Falsos profetas y falsos maestros (2.1–22)
El día del Señor vendrá (3.1–18)

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